En contra de lo que muchos consideran, Sigmund Freud tenía sentido del humor, sostiene Ralph Steadman, autor de esta obra singular que recorre —con sutil ingenio—los momentos más célebres de la vida del padre del psicoanálisis. Esta atípica biografía se ofrece como un doble homenaje: al humor y al memorable libro de Freud sobre el chiste y su relación con lo inconsciente. En ella se interpela a la parte más cercana y humana de Freud, con sus inevitables debilidades, obsesiones, temores..., no sin antes aclarar que el psicoanalista austriaco, pese a ser falible como cualquiera, fue una de las mentes más brillantes que ha alumbrado la historia de la humanidad.
Ralph Steadman despliega sus cualidades de artista y de artista inglés. Por un lado, la filigrana de las estampas en tinta imprime un sello oriental a las figuras inmersas en un
enclave netamente occidental de cúpulas, carruajes, tocados barrocos, pujantes locomotoras... Por otro, la fina trama del humor británico se revela en diálogos hilarantes que apelan al equívoco, al doble sentido, a la ironía:
--Sigmund, cuántas personas crees que trabajan en el Vaticano?
--Más o menos la mitad.
Ambos elementos confieren relieve a la caricatura; la vivifican: las manos atribuladas del joven Freud enamoradizo, el salto acrobático de un Sigmund maníaco, el beso en la boca de un Freud apasionado por Wilhelm Fliess…
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