Por nuestra cuenta es muchas cosas. Es la autobiografía de Judi Chamberlin, una superviviente psiquiátrica a los ingresos involuntarios, la medicación forzosa y las celdas de aislamiento sensorial. Es uno de los textos canónicos de la alternativas a favor de la salud mental autogestionada. Es un ensayo que impugna y desenmascara los modelos sanitarios cuyas retóricas emancipadoras se combinan con esquenas de funcionamiento jerárquicos y paternalistas. Es el manifiesto fundacional del Orgullo loco, el movimiento que reivindica la igualdad de derechos de las personas psiquiatrizadas. Es, en definitiva, un ensayo que, más de cuatro décadas después, resiste el paso del tiempo sin Oxidarse, porque sus revolucionarias tesis siguen vigentes.
Porque, ¿cómo abordar la actual emergencia sanitaria? La pandemia, con sus confinamientos obligatorios, la gramática política del fin que justifica los medios, la propaganda culpabilizadora y el repertorio punitivo del Estado, ha provocado una devastación psíquica. Las estadísticas del consumo de psicofármacos en el Reino de España (Líder mundial en consumo de ansiolíticos, antidepresivos y reguladores del sueño) son estratosféricas. Se abre paso una nueva fase de acumulación capitalista basada en el extractivismo, el régimen de guerra y la economía verde. La frustración, la ansiedad y la melancolía se propagan entre las clases subalternas.
Precisamente, frente al disciplinamiento consustancial a administraciones y multinacionales, este ensayo explica, aquí y ahora, las posibilidades y límites de la autogestión de la salud mental, desde el respeto, la empatía y el apoyo mutuo. Por eso es una de las obras de referencia en la lucha por la libertad.
Recordada simplemente como "la mujer de Basaglia", Franca fue una protagonista decisiva de aquel cambio de época, hasta el punto de ampliar sus horizontes antiinstitucionales. Sus agudos análisis sobre la patologización y medicalización del malestar social, su crítica del ambiguo concepto de cuidado y protección, su valiente y original posición sobre el tema Hombre/Mujer y el conflicto de género mantienen una intensa actualidad.
Aquí puedes acceder al capítulo 4, traducido al castellano, de Manuel desviat: la crítica del conocimiento/poder psiquiátrico.
Los autores, veteranos activistas por la justicia de la discapacidad y la atención sanitaria, Comunismo de la salud examina en primer lugar cómo el capital ha instrumentalizado la salud, la discapacidad, la locura y la enfermedad para crear una clase considerada "desechable", es decir, una carga fiscal y social.
Demarcar a los sanos de los excedentes, a los trabajadores de los "no aptos" para trabajar, argumentan los autores, no sólo sirve para socavar la solidaridad, sino para marcar a poblaciones enteras de cara a la extracción por parte de las industrias que han surgido para gestionar y contener a esta población excedentaria. A continuación, se examina la grave amenaza que el capital representa para la salud pública mundial, así como los escasos movimientos en todo el mundo que han desafiado con éxito la economía extractiva de la salud, destacando sobre todo el SPK (Sozialistisches Patientenkollektiv) surgido en el contexto del movimiento antipsiquiátrico y las visiones de la época sobre cómo debería evolucionar la práctica médica y psiquiátrica.
En última instancia, sostienen Adler-Bolton y Vierkant, no conseguiremos derrotar al capitalismo hasta que separemos la salud del capital. Para ello será necesaria una nueva política radical de solidaridad que se centre en el excedente, basada en la comprensión de que no debemos basar el valor de la vida humana en la voluntad o la capacidad de ser productivo dentro de la economía política actual. Resulta, en fin, que el capital teme a la salud.
Tecnologías como la píldora anticonceptiva, las pruebas de embarazo, las ecografías y las aplicaciones de seguimiento de la menstruación han transformado radicalmente la relación de las mujeres con su cuerpo. Han proporcionado una emancipación cada vez mayor, fomentando la autodeterminación reproductiva y sorteando las limitaciones impuestas por la «naturaleza». Sin embargo, este progreso tecnológico también ha tenido consecuencias opresivas para las mujeres: desde los efectos secundarios de las hormonas sintéticas, aún poco conocidos, hasta el control de la fertilidad en las poblaciones más frágiles; desde el uso de la ecografía como arma de propaganda antiabortista hasta la monetización de datos personales sensibles.
Lejos de ser instrumentos neutros, estos dispositivos son incapaces de liberarse de las huellas de la cultura patriarcal que los produjo: tras sus promesas de emancipación ocultan la capacidad de ejercer un control cada vez más capilar sobre la vida privada de las mujeres. Una de las intelectuales más originales de la nueva generación, científica y feminista, nos habla de los aspectos más controvertidos de estas tecnologías y nos invita a reflexionar sobre su significado cultural y político.
La Salud Mental Colectiva implica la superación del paradigma de la Salud Mental Comunitaria al colocar el foco tanto en la importancia del territorio en donde se producen las prácticas (la comunidad), como en la necesidad fundamental de revisar y repensar en clave de una ética transdisciplinar las maneras a través de las cuales se construyen y articulan los vínculos y los itinerarios de recuperación en el ámbito de la salud psíquica. Al mismo tiempo, es un paradigma que se articula como marco de referencia desde donde reconocer el papel de los determinantes sociales, culturales, económicos, políticos y ambientales en la generación de los padecimientos y malestares contemporáneos. La Salud Mental Colectiva es fundamentalmente un contexto para el desarrollo y promoción de la competencia estructural en el ámbito de la atención y los cuidados.
Aquí tienes la información del postgrado en salud mental colectiva de la Universitat Rovira i Virgili.