Las relaciones históricas entre psiquiatría, derecho y la consideración del enfermo mental como peligroso han marcado profundamente el devenir de la psiquiatría como ciencia. Durante dos siglos la psiquiatría ha estado sumida en una fuerte contradicción entre su vocación de especialidad médica capacitada para estudiar, diagnosticar, asistir y curar las enfermedades mentales y su conversión en un instrumento de orden público —buscado conscientemente por la profesión— que la ha alejado de los principios científicos y filantrópicos que proclamaba. Su consideración del loco, del enfermo mental como sospechoso de ser peligroso por naturaleza se ha plasmado en cuatro líneas de actuación entrelazadas entre sí: la estigmatización de los enfermos mentales, los vanos intentos por definir y medir científicamente la peligrosidad del sujeto, el empeño en introducir los trastornos mentales en el campo del derecho penal para ganar espacios profesionales y la contribución al surgimiento del derecho penal de autor, favoreciendo el estudio de la personalidad de los sujetos considerados peligrosos. Este libro indaga sobre esas relaciones en el marco español. El arco cronológico investigado comienza a mediados de la década de 1850, con incursiones hacia principios del siglo XIX, y concluye con la derogación en 1978 de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social. Las fuentes utilizadas han sido variopintas: escritos científicos (médicos, psiquiátricos, criminológicos), jurídicos, prensa diaria, especializada, leyes, obras literarias y expedientes de peligrosidad.
PRESENTACIÓN DEL LIBRO con RICARDO CAMPOS, OLGA VILLASANTE y RAFAEL HUERTAS
jueves 17 de marzo 18:30 h.
Enclave de libros. C/Relatores, 16
AFORO LIMITADO
El autor comisario y activista en el mundo del arte, se acerca en una serie de artículos que reúne en este pequeño libro al campo de la locura y la psiquiatría critica, antimanicomial, a partir de algunas de las experiencias de los años setenta en España, las dificultades de aplicación de la Ley De Salud Mental argentina o las actividades del Frente de Artistas del Manicomio Borda, la Rara Troupe o de la artista y profesora Dora García. La hipótesis que declara está en rescatar el potencial contracultural de aquella época, donde están presente, la revista Ajoblanco, El Anti Edipo, Abajo la autoridad, ciencia, manicomio y muerte, de Ramón Garcia y algunas experiencias reformista abortadas por la dictadura, pero que en el marco de un amplio movimiento político profesional permitieron crear un movimiento de resistencia y un discurso plural anti institucional que se integra en la red de alternativas a la psiquiatría en la Europa de entonces (Elkaïm M. (1979). Reseau internacional: alternativa a la psiquiatría. Barcelona: Appiani).
Pero quizás no quedan claras, tampoco es la intención del autor, dejar claras las diferencias entre la antipsiquiatría, manifestación en el campo de las disciplinas de la salud mental de la profunda crisis de las ciencias, del arte, de la ideología y de los valores, que culmina con la rebelión de Mayo del 68 y que encuentra en Laing y Cooper, su práctica e ideario, con los movimientos de desinstitucionalización y cambio político acaecidos en los años setenta. En España, además, el movimiento sanitario y psiquiátrico de la Coordinadora forma parte de la lucha contra el franquismo. No se trató, ni políticamente cabía, de hacer unas pocas casas donde se pudiera vivir libremente la locura al estilo de la antipsiquiatría inglesa, por mucho que se aceptara la critica al discurso psiquiátrico que conllevaba. La dictadura condicionó las respuestas, como tiempo después la urgencia de cambiar radicalmente las condiciones miserables de la asistencia a la salud mental.
Nueve nombres supone la reparación de la memoria y dignidad de nueve internas del Hospital Psiquiátrico de Bétera (Valencia). Nueve nombres que corresponden a nueve mujeres en representación de muchas otras más, trasladadas desde el infame Manicomio de Jesús, también en Comunitat Valenciana, donde vieron vulnerados todos sus derechos y fueron destruidas como mujeres para convertirse en un número despersonalizado, amontonado en una institución salvaje y oscurantista y sometidas a torturas médicas, físicas y psicológicas.
Arrojadas a este sistema cruel por cuestiones puramente prejuiciosas, la mayoría de ellas no tenían una patología psiquiátrica sino que fueron víctimas de una sociedad machista y patriarcal, que las arrancó de sus hogares, les robó la conciencia a base de fármacos, lobotomías, electroshocks y otros tratamientos que podemos calificar de torturas médicas y las trató peor que a cabezas de ganado.
Las protagonistas de estas historias, en su mayoría, son supervivientes de casos de violencia machista, mujeres abusadas, mujeres con un cuadro evidente de depresión o que vivían totalmente fuera del sistema porque el sistema nunca se han preocupado por ellas; en definitiva: mujeres que molestan. Que molestaban a sus familias y que nos molestaban a la sociedad. Era más fácil, entonces, encerrarlas y tirar la llave que lidiar con la situación incómoda que representaba y representa su historia de vida y darles el lugar que les correspondía en la sociedad, reparar su daño.
En esta ocasión hay que darle dos veces las gracias a la autora: una, por el trabajo que hizo con sus compañeras desde Bétera para devolverles la vida y la dignidad usurpada, y otra, por acercarnos sus historias (como ella dice, son nueve que representan a muchas más) y la realidad psiquiátrica que se encontró hace no tantos años y sacudir la conciencia de la sociedad de entonces y de ahora.
Uno y Distinto cuenta la historia de este sentirse propio y ajeno a la vez, desde sus figuras primeras, Daimon y Genius a través de su progresiva pérdida de sustancia y desaparición de la experiencia. Y busca también maneras de volver fecunda esa tensión para los problemas del día a día. La enfermedad del alma, la enfermedad mental, la locura, ha viajado siempre de la mano de un saber oscuro acerca de la multiplicidad de afectos, de ideas y de costumbres que nos habitan sin que parezcan nuestros. Este saber nos empuja a decir, hacer y sentir cosas extrañas, a veces ajenas por completo a nuestra particular mezcla de anhelos, opiniones, juicios e identidades. La conciencia de ser uno y distinto, distinto de los otros, pero también distinto de mí mismo por dentro y aun así uno, es parte esencial del trato con las enfermedades del alma en Occidente. Ahora que la época de las grandes disyunciones entre biología y psicología, farmacología o psicoterapia, parece por fin lista para darse por cerrada, aparece el empeño por elucidar el modo en que lo extraño que va conmigo, esa vida que tornasola entre lo personal y lo impersonal, lo particular y lo de todos y que se resuelve en individuaciones sin fin es un ámbito empírico válido para la psicopatología y la terapia.
La colección Líneas de fuga, reedita este libro que toma desde el psicoanálisis la literatura, la filosofía y las neurociencias como fuentes de diálogo. El libro es una entusiasta incursión en un amplio corpus de diarios, entrevistas y autobiografías de diferentes autores. Destacan entre los temas tratados: el suicidio y la locura; el inextinguible anhelo de absoluto; el sentimiento oceánico en las escrituras místicas y en autoras como Anne Sexton y Carmen Laforet; la vinculación de muchas mujeres artistas con la locura como estigma impuesto por el patriarcado dominante; los nuevos territorios andróginos propuestos por Virginia Woolf; la representación del mal y la monstruosidad en personajes como Yago, Kurz, Frankestein, Drácula, Jekyll y Hyde; la relación entre amor y senectud en la obra de seis grandes narradores del siglo pasado (Kawabata, Roth, Brink, García Márquez, Coetzee y Guelbenzu).