
Tecnologías como la píldora anticonceptiva, las pruebas de embarazo, las ecografías y las aplicaciones de seguimiento de la menstruación han transformado radicalmente la relación de las mujeres con su cuerpo. Han proporcionado una emancipación cada vez mayor, fomentando la autodeterminación reproductiva y sorteando las limitaciones impuestas por la «naturaleza». Sin embargo, este progreso tecnológico también ha tenido consecuencias opresivas para las mujeres: desde los efectos secundarios de las hormonas sintéticas, aún poco conocidos, hasta el control de la fertilidad en las poblaciones más frágiles; desde el uso de la ecografía como arma de propaganda antiabortista hasta la monetización de datos personales sensibles.
Lejos de ser instrumentos neutros, estos dispositivos son incapaces de liberarse de las huellas de la cultura patriarcal que los produjo: tras sus promesas de emancipación ocultan la capacidad de ejercer un control cada vez más capilar sobre la vida privada de las mujeres. Una de las intelectuales más originales de la nueva generación, científica y feminista, nos habla de los aspectos más controvertidos de estas tecnologías y nos invita a reflexionar sobre su significado cultural y político.