Tanto la Psicología como el Cine también tienen en común que cumplen una importante función social. El séptimo arte no solo busca el entretenimiento y la diversión. El espectáculo cinematográfico es un arte que comunica, provoca, critica y muestra diferentes realidades. Como afirma Gerard Imbert (2010) en su libro “Cine e imaginarios sociales”, las películas son cajas de resonancia de la parte invisible, hasta inconfesable, del imaginario social y conectan con el “espíritu de nuestro tiempo”. Pero el cine no es solo espejo de nuestra realidad, también contribuye a construirla a partir de la conformación de universos de referencia con los que nos identificamos de forma profundamente emocional. Las películas hacen emerger el discurso latente social, provocando así un metadiscurso reflexivo con los espectadores que crea una matriz cultural. Esta es su función crítica y creadora de la realidad.
La película de Charles Chaplin que da nombre al blog, “Tiempos modernos”, es una obra maestra del cine clásico que ejemplifica muy bien lo anterior. El protagonista, Charlot, un elegante vagabundo, realiza una pantomima cómicamente conmovedora que representa el drama existencial del ser humano en un mundo industrializado y cosificado. Esta comedia es una mordaz crítica al capitalismo y al taylorismo como solución a la Gran Depresión de 1929. En ella vemos como el trabajo en cadena despoja a Charlot de su individualidad y hasta de su cordura siendo enviado al psiquiátrico. En las películas de Chaplin, la crítica social siempre va aderezada de un gran sentido del humor y enorme esperanza, algo que la sociedad posmoderna actual sigue necesitando pues el individuo no parece salir mejor parado que Charlot.
La torpeza del personaje de Charlot no solo cumple la función de hacernos reír. Se podría interpretar que Chaplin quiere señalar que la sociedad nos necesita así, torpes y tontos, políticamente hablando. Pero lo realmente divertido de Charlot es que, aunque todas sus acciones son realizadas de una forma ingenua, su inconsciente parece rebelarse contra el sistema. Es posible que muchos de los síntomas del hombre posmoderno signifiquen lo mismo; una dificultad para adaptarse a un sistema cosificador y deshumanizado. En este sentido, es fundamental que los profesionales de la salud mental adoptemos una posición crítica en nuestro trabajo.
Cuando vemos una película cultivamos nuestro mundo interior, aprendemos a entender mejor a los demás y a ver el mundo desde diferentes perspectivas volviéndonos más tolerantes y humanos. Una buena película siempre plantea un enriquecedor diálogo con el espectador. Este blog busca reflexionar sobre diferentes aspectos de la salud mental utilizando el cine como herramienta.
Deseo que disfrutéis de la lectura del blog pero, sobre todo, que lo hagáis del cine.