Ramón García (Fuentealamo,Albacete, 1941- Barcelona 2024) fue uno de los líderes de la Coordinadora Psiquiátrica y unos de los psiquiatras más comprometidos en la lucha por transformar la atención a la salud mental en la España de los años setenta del pasado siglo, siendo además el introductor en España de los teóricos del movimiento antiinstitucional y antipsiquiátrico (Jervis, Gentis, Basaglia...pero también, Althusser, Lacan, Caruso, Chomsky, Reich, Deleuze), como director durante aquella década de la serie de Psicología de la colección Cuadernos en la editorial Anagrama; prologando junto con Ana Serós y Luis Torrent la primera edición en español de La institución negada (Barreal, 1972). Radical en sus planteamientos teóricos –es autor de los libros ¡Abajo la autoridad! Ciencia, manicomio y muerte (Anagrama, 1979) e Historia de una ruptura. El ayer y hoy de la psiquiatría española (Virus, 1995)- lo fue también en su práctica profesional, como testimonian los conflictos del Instituto Mental de la Santa Cruz (1973) donde fue expulsado y el del Hospital Psiquiátrico de Bétera que abandono ante la imposibilidad de un cambio real, dejando por un tiempo la psiquiatría –“el trabajo es vida…o es un lastre, una carga de la que hay que intentar alejarse para no caer en la institución de la muerte”(p.8 de ¿Abajo la autoridad…). Vuelve al trabajo público a mediados de los ochenta como como director del Servicio de Protección y Defensa del Menor de la Comunidad Valenciana, y desde 1987 coordina un Área de salud mental comunitaria en el País Valenciano.
En unos años de revisión y estudio de la historia de la psiquiatría alternativa, centenario de la Asociación española de Neuropsiquiatría-profesionales de la salud mental y del nacimiento de Franco Basaglia, no se puede dejar de testimoniar la figura de Ramón García, que fue sin duda, uno de los principales referentes del movimiento asambleario que constituyó la Coordinadora Psiquiátrica y la Plataforma de Trabajadores de la Salud Mental durante el tardo franquismo y posteriormente, como miembro del Colectivo Crítico que ha venido señalando los límites de los procesos de reforma, ha sido quizás el más consistente y consecuente en su compromiso con una psiquiatría critica y atenta a los derechos de los sufridores psíquicos.