CURSO DE ESPECIALIZACIÓN (por la Fundación de la UNIVERSIDAD NACIONAL A DISTANCIA (UNED, ESPAÑA) y DIPLOMA INTERNACIONAL DE ESPECIALIZACIÓN por la PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA del PERÚ (PUCP).
La salud mental es un componente central del desarrollo humano y por ende del desarrollo de las sociedades. El conocimiento de los determinantes sociales que afectan a la salud de las poblaciones, el peso de la desigualdad, la exclusión, la violencia política, de género y la forma de enfrentar los desastres naturales, lleva a plantear en las propuestas de intervención sociosanitaria estrategias y herramientas de salud comunitaria, de salud mental colectiva. Programas de acciones que incorporen a las propias comunidades e intervengan atendiendo no solo a las personas afectadas, a personas con sufrimiento psíquico, sino a los factores de riesgo que los predisponen. La acción comunitaria supone unos conocimientos técnicos que van del manejo de crisis singulares a colectivas, del diagnóstico de las características sociales y culturales, necesidades y demandas del territorio, a la creación de redes asistenciales formales e informales que incluyan prácticas y saberes tradicionales. Saberes técnicos, pero también éticos, que entiendan de las responsabilidades legales y morales de la acción sociosanitaria, donde nunca el fin, la buena intención, justifica por sí misma los medios.
Este curso, como se evidencia en el programa, procura recoger los elementos fundamentales de la salud mental comunitaria surgida en los procesos de desinstitucionalización desde hace más de seis décadas; procesos que han cambiado las formas de atención y el imaginario social de la salud y del sufrimiento psíquico en buena parte del mundo, generando una nueva cultura, nuevas herramientas y nuevas teorías, al tiempo que se cerraban buena parte de las camas manicomiales. Nuevo modelo de atención, que ha ido enriqueciéndose al desarrollarse en los distintos países, acomodándose a la idiosincrasia y cultura propias de cada lugar, y por tanto siempre en perpetuo cambio, como lo son las necesidades, las demandas de las personas.
Por último, un modelo que no puede desarrollarse sino desde los diferentes conocimientos (interdisciplinario) y desde las distintas prácticas (interprofesional).
Para la realización de este curso se han unido instituciones muy comprometidas con la Salud Mental, tanto a nivel formativo como práctico: La Fundación Beti Gizartean, la Fundación Manantial, la Fundación UNED y la Pontificia Universidad Católica del Perú.
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Rafael Huertas coordina el trabajo de varios autores donde se completa la labor iniciada sobre la historia dela psiquiatría durante el franquismo y se prolonga a la etapa de la transición en el estado español.
El segundo volumen está relacionado con las políticas de Salud Mental de finales de los años 60 del siglo pasado hasta dos décadas después en varios países de América Latina.
Presentación de ambos volúmenes organizada por la AMSM y Traficantes de Sueños el 14 de febrero en Traficantes de Sueño. Modera Olga Villasante. Dialogan Rafa Huertas y Manuel Desviat.
Nicanor Parra, una de los mayores leyendas de la literatura hispanoamericana del siglo XX, ha fallecido este martes a los 103 años. Nacido en Chile en el año 1914, era el mayor de una familia de genios, como la cantautora y artista Violeta Parra.
Considerado el creador de la antipoesía, es para muchos críticos y autores connotados, tales como Harold Bloom, Niall Binns o el mismo Bolaño, el mejor o uno de los mejores poetas de Occidente.
Libros suyos son Poemas y antipoemas, La cueca larga, Versos de salón, Los profesores, Artefactos, Poesía política, Páginas en blanco, Discursos de sobremesa.
MANIFIESTO
Señoras y señores
Ésta es nuestra última palabra.
Nuestra primera y última palabra
Los poetas bajaron del Olimpo.
Para nuestros mayores
La poesía fue un objeto de lujo
Pero para nosotros
Es un artículo de primera necesidad:
No podemos vivir sin poesía.
¿Cuidamos?
Los cuidados son un tema de extrema complejidad. Aunque es una actividad inherente al ser humano, las maneras de cuidar dependen de multitud de variables socioculturales que atraviesan nuestro hacer cotidiano sin que sean racionalizadas. El autocuidado y el cuidado de otros han de mantener un equilibrio que posibilite ambos, por ello, tan importante es definir lo que es un buen cuidado como los límites que lo posibilitan.
Los días 19 y 20 de abril tendrá lugar el XI Congreso de la Asociación Madrileña de Salud Mental en el Salón de actos del CENTRO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS DEL CSIC.
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He tenido un sueño. Soñé con que los funcionarios de la Psiquiatría ya trabajaban sin necesidad de diagnosticar la locura. Entendían el sufrimiento mental de los hombres, en especial el más intenso y profundo, sin pensar en enfermedades y sin utilizar esos sucedáneos, solo en apariencia inocuos, que son los síntomas, los síndromes o los trastornos.
Soñé que los profesionales de la salud mental conocían a sus pacientes mediante clasificaciones que catalogaban personas y no enfermedades, como se hace habitualmente con los amigos, los parientes, los políticos o los obreros. Y hacían porque aspiraban a comprenderlos, no porque se tratara de portadores de enfermedades mentales que necesitaban ser codificados, rebautizados e inscritos en los registros de parias y hombres enloquecidos. Y soñé que daban ese paso decisivo imprescindible para el buen hacer terapéutico, al reconocer, definitivamente, que las cadenas de la locura ya no eran las correas de los manicomios, ni las contenciones de los hospitales, ni los pisos asilares, sino los efectos tiránicos de los discursos técnicos.
En mi sueño se ayudaba a las personas a superar su sufrimiento, que es lo que necesitan, sin obligarlas a salir de los despachos con un diagnóstico entre las manos. Los profesionales habían comprendido al fin, que diagnosticar a los sufridores, a las víctimas de Dionisio o a los más infelices, era como colgarles un sambenito inquisitorial cosido a sus ropas, con el que debían pasear, acudir al médico y presentarse en sociedad cuando no les quedaba otro remedio. Todo transcurría en un tiempo en que los propios afectados exigían, de pleno derecho, que no se les diagnosticara, que se suprimiera la endiablada obligación de hacerlo entre psicólogos y médicos. Entre facultativos que, dicho sea de paso, parecían disfrutar con el encargo, como si con ello su profesión se sintiera legitimada y ellos mismos obtuviera con esa potestad la impresión de estar completos.
Soñé que, por todos estos cambios, pronto nadie creería ya que los psicóticos fueran seres enfermos, sino que los considerarían, más bien, como un conjunto de hombres singulares, como un grupo de sujetos igual que tantos otros, pero nunca más como un atajo de pacientes.
Soñé y desperté a las puertas de un prólogo. En el preámbulo de un gran cambio, cuando todos los hombres convivirán sin separarse, dividirse y discriminarse. Entonces se volverá casi imposible diferenciar locura y cordura, los psiquiatras serán amigos de los locos y harán las paces entre ellos mismos. En esta tierra prometida, es seguro que ya no habrá más incapacitaciones, ni tratamientos voluntarios, ni electrochoques, ni psicoeducación. Y es probable que, cuando recuerden su pasado, sientan vergüenza por lo sucedido.
Por: Fernando Colina
Fuente: El Norte de Castilla, 20/01/2018